Martes con mi viejo profesor, es un canto bellísimo a la vida. El libro nos introduce en el drama de un hombre al que se le diagnostica ELA, es decir, esclerosis lateral amiotrófica, enfermedad cruel que no tiene curación conocida, y que da un margen de vida de unos 5 años en el mejor de los casos. Esta enfermedad, de la cual no se sabe mucho sobre sus causas, transforma a la persona en un vegetal en relación a su cuerpo, ya que la mente permanece en plenas facultades. Esto es una de la facetas más duras de la misma, ya que el enfermo es consciente en todo momento de su deterioro físico fulminante, y como poco a poco el cuerpo no le responde, hasta que finaliza su agonía cuando se le paralizan los pulmones.
La persona que padece ELA en la historia, es un catedrático de psicología social de la universidad de Brandeis, universidad en la que estudió el autor del libro. La enfermedad le sobreviene en la última etapa de su vida, teniendo que abandonar poco a poco sus obligaciones, y disponiéndose a afrontar su última batalla con la vida. El relato es una bella reflexión sobre las enseñanzas que el profesor ha podido conocer a lo largo de su existencia, y como estas son ahora tan valiosas en el momento final.
El autor del libro Mitch Albom, que durante su época de universitario tuvo una gran proximidad con el profesor Morrie, del cual aprendió a mirar a la vida de una manera diferente, ha ido perdiendo esos grandes ideales con los que salió de la universidad, y se ha dejado llevar desde entonces por lo que socialmente es correcto, buscando la fama, el dinero, y todo aquello que le hacen a uno ser importante en la sociedad. Pero un acontecimiento va a cambiar su vida, después de 16 años de distanciamiento de su profesor, conoce a través de un programa de televisión en el cual le hacen una entrevista a su viejo profesor, que este tiene ELA y decide ir a visitarlo.
La vergüenza que sufre Mitch al ir a visitar a su viejo profesor después de 16 años, desaparece en cuanto recibe la cordial bienvenida de su entrenador, como a él le gustaba llamarle, y este primer encuentro se convierte en el inicio de una serie de martes consecutivos en los cuales el profesor impartirá su última lección a Mitch sobre lo que verdaderamente es importante en la vida. El libro es un compendio de las enseñanzas de un hombre que afronta esta etapa de su vida lleno de esperanza, y con un gran conocimiento de lo que es y de lo que espera.
Además de los diálogos entre los dos protagonistas que se desarrollan a lo largo del libro, el autor recuerda las experiencias acaecidas en su época de universitario, y como la vida le ha llevado por otros caminos muy distintos a los ideales que fraguó junto a su viejo profesor en la universidad.
Así pues, el alumno es introducido de manera gradual por su entrenador en todo aquello que nos hace plenamente humanos, y que en muchas ocasiones pasa desapercibido. Esto se ve reflejado muy bellamente en la siguiente cita:
“Mitch, dijo Morrie, esta cultura no te anima a pensar en esas cosas hasta que estás a punto de morirte. Estamos muy absortos en asuntos egocéntricos, en nuestra carrera profesional, en la familia, en tener dinero suficiente, en pagar la hipoteca, en comprarnos un coche nuevo….; estamos muy ocupados con millones de actos pequeños que sólo sirven para salir adelante. De modo que no adquirimos la costumbre de contemplar nuestra vida desde fuera y decirnos: ¿esto es todo?, ¿es esto todo lo que quiero?, ¿me falta algo?.... Necesitas que alguien te ayude en ese sentido, No va a ocurrir de manera automática.
Entendí lo que me decía. Todos necesitamos maestros en nuestras vidas. Y el mío estaba sentado delante de mí.” (pág. 84).
El viejo profesor, a través de los enriquecedores encuentros de los martes con Mitch, reflexiona sobre temas que preocupan a su alumno, como son la muerte, el miedo, la vejez, la familia, la sociedad… (pág. 85). Estos temas son presentados por el alumno, y cada capítulo es dedicado a uno de los temas elegidos por Mitch, profundizando en todos ellos, y buscando dar respuesta a los interrogantes más profundos que toda persona lleva en su interior.
Paralelamente a estos encuentros entre entrenador y alumno, se desarrollan una serie de entrevistas televisadas, que dan a conocer el alma de Morrie, y dejan al descubierto la mirada de esperanza que va más allá de unas circunstancias aparentemente calamitosas. Desde estos programas televisados, el viejo profesor grita a los cuatro vientos que el hombre es más que sus circunstancias particulares, que cualquiera que sea la vida que uno tiene que vivir, la vida es un regalo y como tal hay que vivirlo.
Uno de los capítulos que resulta más interesante es el del noveno martes, cuando se habla de cómo perdura el amor. En este cautivada sobre todo la idea de la presencia. Morrie habla de cómo uno debe estar presente a cualquier persona. A menudo en las conversaciones o encuentros con otras personas, tendemos a no estar totalmente presentes, sino sólo nuestro cuerpo sigue la conversación, porque nuestra mente está en otra parte. Así, nuestra presencia es limitada. Sin embargo él habla de una presencia en cuerpo y alma, que enriquece la conversación aunque no aporte una palabra, que transmite paz, amor, comprensión simplemente con la mirada. Cuando uno se encuentra con una persona así, desea volver a verla, estar tiempo con ella.
El libro es cautivador, no sólo por la sencillez con la que trata temas tan profundos, sino porque ayuda a ser mejor persona, a estar más atenta a las pequeñas cosas que muchas veces pasan desapercibidas en la vida, así como a valorar a las personas como un regalo.
Además desde este blog lo recomendamos a compañeros de profesión, creyendo firmemente que este libro nos puede hacer mucho bien para trabajar con personas discapacitadas, porque en él se da una visión muy real y humana de la vida, en resumen nos quedamos con esta frase que el libro transmite desde el principio: “Cualquier vida es digna de ser vivida”.
Datos bibliográficos del libro: "Martes con mi viejo profesor"
Autor: Albom, Mitch.
Editorial: Maeva.
Lugar y año de publicación: Madrid, 2002.
Nº de páginas: 215 páginas.
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