Habitualmente, la mayoría de familias pasa por una serie de fases desde el momento inicial en el que comienzan a ver que a su familiar le ocurre algo hasta que, pasado un tiempo lo aceptan y se adaptan a la nueva situación:
1. Fase de alarma. Aparece la enfermedad en forma brusca o paulatina, y la familia no entiende que ocurre. Hay gran desorientación, y se busca una cualquier excusa para justificar el comportamiento. A veces se victimiza del problema y otras se niega.
2. Fase de resistencia. Esta se da cuando el problema se agrava y ya no se le puede restar importancia. El problema comienza a parecer irresoluble. Aparece la necesidad de solicitar apoyo profesional. Se dan en la familia desde actitudes de preocupación, hasta actitudes de desentendimiento. En ocasiones sienten vergüenza del problema.
3. Fase de agotamiento. La familia ve que el familiar enfermo ya no vuelve a su estado anterior, aparecen síntomas negativos en el mismo (pérdida de hábitos, desinterés general). Se puede llegar a tratar al enfermo como un invalido que necesita supervisión para todo, anulando su personalidad. El enfermo se convierte en el eje central.
4. Fase de afrontamiento. La familia enfrenta la situación, acepta la nueva situación y se buscan en la familia alternativas conjuntas. Se busca la normalidad perdida.
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