Si bien por definición el trastorno autista puede aparecer durante los tres primeros años de vida, hay casos en los que el trastorno, según información de los padres, se manifiesta desde los primeros meses de vida con ausencia de interés por la interacción social. Hay otros casos en los que el desarrollo es aparentemente normal durante los primeros meses y es en el transcurso del segundo año cuando los padres y/o profesionales comienzan a preocuparse.
En general, en los primeros años, las manifestaciones principales del trastorno autista están relacionadas con dificultades en el desarrollo de habilidades socio-comunicativas básicas, como: contacto ocular, sonrisa social, interés por la voz, imitación, utilización de gestos como señalar o mostrar y actividades de juego funcional o simbólico. De entre estas habilidades, son de especial significación en la identificación temprana los déficits en conductas de atención conjunta y juego simbólico.
Los déficits en el desarrollo de las conductas de atención conjunta (se refiere a la utilización de conductas para dirigir la atención del otro sin otra finalidad que compartir la experiencia sobre un objeto o suceso. Estas conductas pueden expresarse en forma de miradas alternativas entre las personas y los objetos, así como con gestos de señalar y mostrar) y de la habilidad para compartir afecto, se contemplan como una importante manifestación de los aspectos tempranos del proceso de desarrollo autista, lo que no implica necesariamente un proceso causal. Las actividades de atención conjunta y la de compartir estados afectivos con los demás se desarrollan en los dos primeros año de vida y parecen estar relacionadas.
En las habilidades de atención conjunta y en la capacidad de compartir experiencias afectivas con otros, se consideran tanto factores socio-afectivos como socio-cognitivos. Los niños pequeños con autismo muestran marcados déficits en estas habilidades que en el desarrollo normal emergen en los primeros meses de vida.
Otro importante indicador en el desarrollo del trastorno autista está relacionado con la presencia de alteraciones en el juego y especialmente en el desarrollo del juego simbólico.
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