Esta deficiencia de las personas con TEA en las capacidades imitativas, por una parte expresa las dificultades con que se encuentran para reflejar un sentido de la “identidad con otros” que es una expresión fundamental de la intersubjetividad, y por otra parte, bloquean la adquisición de funciones superiores, para cuyo desarrollo es importante o necesaria la imitación.
Podemos dividir a las personas de TEA en relación a esta dimensión en 4 niveles.
1. Ausencia completa de conductas de imitación.
2. Imitaciones motoras simples, evocadas. No hay imitación espontánea.
3. Aparecen pautas de imitación espontánea, generalmente esporádica y poco flexibles. La imitación puede carecer de la implicación intersubjetiva de que suele acompañarse en los niños normales, o de la versatilidad que suele tener.
4. Dificultad para ”guiarse por modelos personales internos”. Puede haber modelos adultos, pero suelen ser rígidos y basado en variables “externas” (como que “X tiene coche” o “X tiene novia”), sin implicación intersubjetiva o fundamento empático.
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