Como cada año, el fin de semana antes de que empiece la Cuaresma, que comienza el Miércoles de Ceniza, nos preparamos para celebrar el carnaval, dejando rienda suelta a nuestra imaginación y pasando unos momentos donde la vergüenza queda escondida.
Y como no, al igual que en cualquier centor, el carnaval es muy esperado por los alumnos de un centro de educación especial, que disfrutan de disfrutarse y de apropiarse de personajes sonados o bien de aquellos que son sus ídolos.
Y como cada fiesta, esta no se queda atrás, y los preparativos son múltiples, desde la ambientación del colegio, hasta la elección de un tema que a todos nos convezca. Este año han sido los cuentos, y cada ciclo escenificará el suyo. Para ello se pide la colaboración de los padres, pero siempre hay algún disfraz que se hace por si acaso, y ese por si acaso muchas veces es más frecuente de lo que quisieramos, ya que muchos padres no entienden la satisfacción de su hijo de disfrutar de una manera distinta esa fiesta.
Así que grandes y pequeños, profes y personal del centro, nos engalonamos para disfrutar de un rato entrañable, en el que comemos chocolate con churros, cantamos, bailamos y desfilamos.
Y como no, la elaborada sardina es quemada al final de la jornada, haciendo las delicias de grandes y pequeños, los cuales cuando no hay peligro se dedican a saltar por encima de las cenizas. Y es que en esa sardina queremos quemar todo lo malo, e tomar un poco de aire para continuar lo que queda de curso, llenos de esperanza y mucha ilusión, sabiendo que cada día es un pasito adelante y los que trabajamos en el centro unos afortunados de ser testigos de las alegrías y los pequeños pasos de nuestros alumnos.
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