domingo, 27 de febrero de 2011

LA ESCUELA INCLUSIVA, UN RETO NO MUY CLARO


Desde el punto de vista actual, la inclusión es un concepto idílico, y hacia el que es necesario caminar para conseguir  una escuela para todos, en la que todos puedan asistir con sus vecinos, en su entorno natural, sin tener que desplazarse por causa de su discapacidad a un centro donde se atiendan sus necesidades de manera específica (centro de educación especial).
Tal vez estemos viviendo un momento de transito, de cambio profundo en el concepto de qué es educar, en el cual las capacidades intelectuales no primen sobre el resto de las dimensiones de la persona.
Un momento en el que sea valorada la diversidad como un valor, y no cómo un handicap para el resto de los alumnos que tienen que convivir con ella en clase.
Pero para conseguir esto, se tiene que dar un cambio total de mentalidad, no sólo en la escuela, sino en la sociedad que demanda a la escuela que prepare a los individuos de una determinada manera para integrarse en ella.
Y el cambio, que se debe producir en la escuela también, debe abarcar toda la comunidad educativa, la cual debe implicarse en construir una educación para todos, en igualdad de oportunidades.
Si la escuela tiene que preparar al niño para afrontar los retos de la sociedad, para que se desarrolle plenamente como persona, debemos enseñarle a convivir con la diversidad, a apoyar a aquel que lo necesita, a socializarse con todos, a buscar lo positivo del otro, a ver la realidad de diferentes maneras, a descubrir la riqueza de la persona, no sólo por lo que pueda hacer esta, sino por ser persona.
Y esto implica necesariamente un cambio de metodologías, un currículo más abierto y flexible, una evaluación adaptada a cada alumno en la que se valora el progreso global del mismo, una flexibilidad en la organización del centro,  que  éste responda a las demandas planteadas por todos sus alumnos. Unos recursos materiales apropiados, así como recursos humanos que apoyen a todos los alumnos en las dificultades que puedan ir surgiendo durante su proceso de escolarización.
Desde el punto de vista teórico esto puede llevarse a cabo, pero la realidad de la escuela difiere mucho de lo que se plantea en la inclusión. Tenemos una escuela con ratios muy altas, en las que la mayoría de las veces los profesionales no pueden materialmente abarcar todas las necesidades que les plantean sus alumnos.
Tenemos unos padres poco colaboradores y muy críticos con la escuela, que muchas veces apoyan poco a sus hijos, y que ponen demasiada presión sobre los maestros.
Además los maestros  en muchas ocasiones están saturados, poco reconocidos por la sociedad, con poca formación para afrontar los nuevos retos, y esto repercute en que muchas experiencias de  integración no se hayan sido positivas, produciéndose una gran frustración por parte del docente, que se encuentra sin estrategias para determinados comportamientos que repercuten negativamente en el grupo.
Todo esto dificulta sobre manera el cambio que es necesario que se produzca en la educación para poder llevar a cabo una escuela inclusiva.
Por tanto aunque el concepto de educación especial y la atención a las personas con discapacidad ha pasado de ser una modalidad paralela del sistema educativo a encontrarse inmersa y explicita dentro del mismo, según lo recoge la LOE, la realidad es que contamos con una organización muy rígida, con unos recursos materiales adecuados pero insuficientes, y con escasos recursos humanos para poder dar una adecuada respuesta educativa a cada uno de los alumnos.
 Además la LOE introduce el término de necesidades específicas de apoyo educativo, queriendo recoger a través de esta terminología cualquier tipo de necesidad educativa que surge fruto de la discapacidad, de la historia personal o escolar del alumno, de las dificultades de aprendizaje, de la inadaptación social, de los trastornos del desarrollo, de los trastornos de conducta, de la sobredotación intelectual... Enfatizando por tanto, que el aprendizaje tiene un carácter interactivo, y se debe tener en cuenta las características del alumno, el entorno educativo, el entorno social, es decir  tanto causas intrínsecas como causas extrínsecas  producen necesidades educativas. Por tanto el aprendizaje del alumno va a estar marcado por la respuesta educativa que se le ofrece. Así, cobra especial importancia la adopción de medidas por parte de los centros para no intensificar aún más las dificultades de aprendizaje.
A pesar de todo, creemos que el objetivo de nuestra escuela actual es abrir camino hacia la escuela inclusiva, donde la individualización y la personalización de la enseñanza sea un hecho, y para ello hacen falta grandes dosis de creatividad y muchas ganas de luchar por lo que se cree: “Cada persona tiene derecho a conseguir un desarrollo óptimo de acuerdo a sus posibilidades”.

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